¿El dinero compra la felicidad?

Ed Diener, en su libro sobre la felicidad, cuenta la historia de Viv Nicholson, un hombre que ganó seis millones de dólares en la lotería en Gran Bretaña en los años 60. Cuando ganó este dinero dijo que no pensaba parar de gastar. Pero su vida resultó vacía, perdió a sus amigos, se casó y se divorció varias veces, tuvo líos con la policía, perdió todo su dinero y, al cabo de unos años, se le veía borracho, trabajando como nudista en un bar. Años después, se enlistó como Testigo de Jehová, le dio sentido a su vida y alcanzó la felicidad. En artículos aparecidos en los medios de comunicación ingleses, Viv declaró haber encontrado la verdadera felicidad.

Según esta historia, el dinero no trae felicidad. Sin embargo, numerosas investigaciones demuestran que, a más dinero, aumenta moderadamente el nivel de la felicidad. En un estudio realizado con personas de diferentes niveles de ingresos, la diferencia en felicidad entre los que más ganaban y los que menos ganaban era de 15%. Otros estudios demuestran que existe un mayor nivel de felicidad en países con mayor ingreso per cápita. Si bien hay países que aún teniendo un ingreso per cápita bajo su población se siente feliz; en promedio, a más ingreso, más felicidad.

Cuando se piensa en tener más dinero, inmediatamente uno piensa en tener mayor capacidad de compra. Pero allí no se encuentra la felicidad.

Los estudios demuestran que las personas que buscan el dinero para adquirir más cosas no son felices ya que nos adaptamos rápidamente a lo material.

Cuando nos compramos algo anhelado, tenemos una subida fuerte de satisfacción, pero rápidamente volvemos a nuestros niveles normales de felicidad. La gente que permanentemente piensa en lo que se tiene que comprar es menos feliz porque nunca satisface su deseo. Una vez que consigue lo que quiere, sigue el ciclo, se adapta y luego quiere algo diferente.

Sin embargo, existen beneficios del dinero que sí impactan directamente en nuestra felicidad, como la necesidad de sentirnos en control y lograr una mayor sensación de libertad. Por ejemplo, una persona con ahorros puede decidir en qué quiere trabajar y, si no encuentra esa oportunidad, puede esperar hasta que se presente. Una persona que tiene un nivel de ingreso adecuado puede destinar su tiempo al servicio o donar parte de su dinero para una causa. A más dinero, más control y libertad para realizar actividades que verdaderamente dan más felicidad. Otro beneficio del dinero es que tener una seguridad económica nos permite desarrollar con mayor facilidad relaciones sociales. Está demostrado que, a mejores redes sociales; es decir amistades y pareja, se obtiene mayor felicidad.

Cuentan que una persona le pidió al rabino un préstamo para comprarse una casa más grande. Antes de efectuar el préstamo, el rabino le puso como condición que pusiera por unas semanas a todos tus cerdos, vacas y ovejas dentro de su casa. Esa semana la persona pasó del desconcierto a la desesperación al ver su casa más pequeña, sucia y pestilente debido a los animales. La persona le suplicó que le dejara sacar a sus animales, y el rabino accedió. Días después, el rabino se volvió a encontrar con él y le preguntó si su casa le seguía pareciendo pequeña, a lo que hombre respondió: “Rabino, ahora, sin los animales, es la casa más amplia del mundo”.

El rabino hizo que el hombre valorara lo que tenía y dejara de buscar querer tener más, pues había caído en el ciclo materialista.

Use el dinero para que le dé más felicidad y no para caer en la esclavitud de desear lo que no tiene.