Intuitivamente, sabemos que a las personas más optimistas y felices les va mejor en la vida. Sin embargo, si queda alguna duda, les recomiendo leer el último libro de Martín Seligman: “Auténtica felicidad”. En este libro el autor recopila un gran número de investigaciones sobre la felicidad. En uno de los estudios, a 272 ejecutivos se les midió su nivel de emociones positivas. Se encontró que las personas que tenían más emociones positivas eran consideradas más productivos y tenían mejores sueldos. Similarmente, se han desarrollado otros estudios que confirman que las personas más felices son más longevas, sanas y obtienen mejores resultados.
Pero, ¿de qué depende tener un nivel duradero de felicidad? Seligman propone una ecuación: Felicidad = S + C + V.
La letra S se refiere al “set” genético con que venimos a este mundo. Sin duda existen personas que desde que nacen son más entusiastas, optimistas y en general más felices. Otros, en cambio, ven la vida a través de un filtro oscuro. La buena noticia es que estudios demuestran que este rasgo hereditario, a diferencia de otros como la altura, sí se puede modificar.
La letra C se refiere a las “circunstancias” que debemos afrontar en nuestra vida: nuestro nivel económico, edad, matrimonio, salud, educación, entre otros. Una de los mitos que tiene nuestra sociedad es que el dinero compra la felicidad. Seligman tiene estudios que demuestran que después de un nivel mínimo de ingresos, no existe correlación entre el dinero y la felicidad. El matrimonio, en cambio, sí es una circunstancia que fomenta o disminuye la felicidad. En una investigación sobre el matrimonio se estudió a parejas que pasaban por momentos difíciles. Aquellas que continuaron juntas a pesar de sus diferencias, después de unos años eran significativamente más felices que aquellas que decidieron divorciarse.
Otra variable de “circunstancias” está relacionada al entorno en que nos tocó vivir en nuestra niñez. Un entorno donde nuestros padres no nos dieron el cariño que necesitábamos o nos agredieron puede resultar en una tendencia hacia la infelicidad. El dolor guardado en el inconsciente es como una tinta negra que sale cuando menos lo esperamos, manchando nuestra felicidad.
Finalmente la letra V se refiere a los factores que están sobre nuestra “voluntad”. En qué medida tomamos la vida en nuestras manos e intentamos buscar nuestra felicidad. Es fácil quedarse en las dos primeras letras; nuestra genética y nuestras circunstancias. Es fácil culpar a nuestra empresa de nuestro desbalance, o a la competencia, por no alcanzar nuestras metas, o culpar al matrimonio de ser la causa de todos los problemas.
Pero la pregunta es ¿estoy haciendo todo, absolutamente todo, lo humanamente posible para que esto no ocurra?
Un maestro llevó a su discípulo al campo y recogió dos nueces para darle una lección. Dijo al discípulo que le lanzaría las nueces y que tratara de esquivarlas. La primera vez el maestro lanzó la nuez a dos metros y el discípulo trató de esquivarla pero ésta impactó en su cabeza. La segunda vez, el maestro se puso mucho más lejos y lanzó la nuez. El discípulo tuvo tiempo de esquivarla con facilidad. El maestro le dijo: Discípulo, los problemas en la vida son como esa nuez, siempre serán lanzados hacia a ti, pero tú decides dónde te paras. Aprende a tomar distancia y así podrás esquivar emocionalmente todas las dificultades y serás más feliz.
Otro aspecto importante en la “voluntad” es la distancia que decidimos tomar de los problemas.
La próxima vez que esté con ira y rabia por algún problema, pregúntese qué tan lejos está parado de la nuez.