Coaching: el arte de hacer preguntas para mejorar
Muchos utilizan el término inglés «coaching» para referirse al entrenamiento. Frecuentemente, al término entrenamiento se le asocia más con dar consejo y respuestas para ayudar a terceros a adquirir una habilidad. Sin embargo, «coaching» no es dar respuestas, sino el arte de saber hacer preguntas.
Felipe es un ejecutivo valorado por su empresa. Su área logra resultados económicos, supera sus metas presupuestales, pero tiene serios problemas interpersonales. Su personal se siente presionado y desmotivado. Las personas sienten que a Felipe solo le importan las metas y que ellas son un medio para lograr sus objetivos. Felipe presiona a su personal para que trabaje 14 horas diarias como él. Nunca los reconoce positivamente, pero reconoce frecuentemente sus errores. La vida personal de Felipe es un desastre: ve poco a su familia y trabaja fines de semana para escapar de sus problemas personales, creando así un círculo vicioso que le genera mayor infelicidad. Si usted fuera el gerente de Felipe, ¿qué haría para ayudarlo?
Hay tres posibilidades. Algunos gerentes no se complicarían, total Felipe produce resultados económicos. Otros, más humanos y preocupados por el clima laboral, hablarían con Felipe para darle consejos. Podrían hacer que lo evaluaran sus pares, jefes y colegas para tener una retroalimentación de 360 grados que le ayude a tomar conciencia de sus problemas. La tercera estrategia es usar «coaching» con Felipe.
En el «coaching» también se puede usar la retroalimentación de 360 grados, pero el gerente no le dice cómo mejorar y no le da consejos. El gerente le muestra los resultados e inicia una sesión de preguntas que guían a Felipe a descubrir sus fortalezas y oportunidades de mejora. Además, Felipe decide qué quiere priorizar. En el «coaching» el gerente asume una actitud apreciativa con respecto a Felipe. No lo ve como una persona con problemas sino como un ejecutivo con enorme potencial capaz de ser una mejor persona y profesional.
A nadie le gusta que le digan nada sobre sus problemas. A nadie le gusta recibir críticas y que le digan lo que tiene que hacer para arreglar su vida y su profesión. Es mucho más poderoso que uno mismo encuentre sus oportunidades de mejora y deduzca sus propias soluciones y retos. Todos tenemos un maravilloso diamante interior con respuestas y sabiduría; sin embargo, por la velocidad con que vivimos o porque no hemos tenido la oportunidad de verbalizar las soluciones, no mejoramos.
El “coaching” ayuda, a través de las preguntas, a sacar el diamante de sabiduría interior de las personas.
Si recogemos agua de la orilla del mar la veremos turbia. Pero si esperamos pacientemente, la arena se asentará en el fondo y se verá el agua cristalina. El “coaching” es un proceso lento que, con paciencia, permite que la propia persona deje de lado sus aspectos negativos y pueda ver el agua cristalina de su enorme potencial profesional.
Existen dos tipos de “coaching”. El formal, que normalmente se hace con un “coach” externo contratado para tener sesiones en periodos de 3 a 6 meses con diferentes ejecutivos. El otro tipo es el informal, que normalmente se hace con un “coach” interno para casos específicos como ayudar a Felipe a mejorar.
¿Es efectivo el “coaching”? En un artículo publicado por Karlin Sloan, “coach” profesional en muchas empresas internacionales, comenta que en promedio, el “coaching” obtiene 5.7 veces más beneficios que la inversión involucrada en hacerlo. Aproximadamente un 40% de las empresas del Fortune 500 usan esta estrategia. Según Sloan, la empresa Capital One invierte 5 millones anuales en “coaching” y ha encontrado que por cada gerente que tiene un “coach”, mejora el desempeño de 9 personas en la organización.
Un consejo final, si piensa implementar un programa de “coaching” no lo enfoque como una estrategia para resolver problemas, enfóquelo como un privilegio que la empresa da a sus ejecutivos y gerentes para que sean mejores profesionales y, sobre todo, seres humanos más realizados y felices.