El sueño de todo empresario es llegar a su empresa y encontrar a sus empleados comprometidos, trabajando con pasión y entusiasmo, tomando los proyectos como propios sin horarios ni restricciones. Pero, ¿es posible tal paraíso?
Pruebe conversar en su empresa con una persona poco apasionada, que navega por la vida con el motor en cuarta a 30 km/hora. Pídale que le hable de sus hobbies o de lo que más le gusta hacer y observe cómo le brillan los ojos, le cambia la cara y le sale la pasión. Todos tenemos algo que nos apasiona, muchas veces escondido, y que generalmente no tiene nada que ver con el trabajo. Hay personas que no tienen pasión por su trabajo. Cumplen, pero rara vez hacen un esfuerzo adicional. Sin embargo, si les preguntas sobre su próximo viaje, les sale toda la pasión. Se transforman y despliegan pura energía. Estas personas pueden ser verdaderos líderes cuando se trata de organizar un viaje turístico.
Pero no siempre la pasión depende de situaciones ni de elementos externos a nosotros. La pasión la llevamos dentro y depende sólo de nosotros saber acceder a ella y canalizarla hacia nuestras metas en la vida.
Aquí algunas sugerencias:
Conózcase a sí mismo
Vivimos una vida muy acelerada. Somos seres humanos pero en realidad nos deberíamos llamar ‘haceres humanos’. Nos pasamos la vida apurados haciendo cosas, sin tiempo para nosotros mismos. Tenemos que conocernos, explorar nuestro pasado e identificar lo que nos apasionaba de niños. Entender nuestro presente, saber lo que realmente valoramos y estamos dispuestos a luchar con todas nuestras energías. Tomar conciencia de nuestras fortalezas y debilidades, y comprender a quiénes queremos servir o ayudar en esta vida.
Defina su visión
En base a nuestro conocimiento personal trazamos una visión, que es una fotografía del futuro de lo que realmente valoramos y deseamos alcanzar en esta vida. Peter Senge, en la ‘Quinta Disciplina’, menciona que la visión es como una liga ubicada entre nuestras manos. Cuando levantamos una mano, la otra tiende a subir por la tensión de la liga. La mano que levantamos representa nuestra visión y la otra nos representa a nosotros mismos.
Si la visión es una fotografía poco inspiradora y muy fácil de alcanzar, entonces una mano subirá poco y no hará presión para que la otra suba. Si trazamos una visión demasiada ambiciosa, entonces estiraremos tanto la liga que se romperá y tampoco habrá presión para subir. La visión debe ser una imagen del futuro, inspiradora, pero alcanzable. Piense qué haría si le quedara poco tiempo de vida. ¿A qué le dedicaría su tiempo? ¿Qué le gustaría lograr?
Trate de alinear la visión de la empresa con su propia visión
Una vez que sepa lo que quiere y le apasiona, examine la visión de su empresa. Busque puntos de unión entre las dos, los valores y objetivos comunes. Si donde trabaja no puede cumplir su visión, investigue la visión de otras áreas. Si eso no da resultado, sea creativo y proponga a la empresa nuevos productos o servicios que usted podría impulsar más alineados con su visión. Si nada da resultado, no se quede quieto, busque otra empresa u otras posibilidades donde usted pueda realizar apasionadamente sus sueños.
Recuerde las palabras de Harvey Mackay: “Encuentre algo que le fascine hacer y no tendrá que trabajar ni un día más en su vida”.
Una empresa es como una embarcación en la que el personal hace las veces de sus motores. Hay algunos que funcionan bajo el agua e impulsan la nave. Otros motores están prendidos y tienen todo el potencial, pero al no estar sumergidos, simplemente caldean el ambiente. Apoyemos a nuestro personal para que recupere su pasión y ayudémoslo a encontrar un lugar en la organización donde pueda lograr sus sueños. Necesitamos hacer funcionar todos los motores en el agua para lograr adelantar a la competencia.