Hace años, en el Congreso Internacional de Liderazgo, el nieto de Mahatma Gandhi, Arun Gandhi, reconoció que el mundo vive una época de terror. El incremento del terrorismo y de amenazas nucleares ha ocasionado que las personas vivan atemorizadas. Este miedo, bien canalizado, puede ser una fuente de motivación para buscar soluciones pacíficas al problema de desequilibrios y desigualdades existentes en nuestro mundo. O puede ser utilizado para manipular a la población hacia guerras que pueden acabar destruyéndonos a todos.
Gandhi manifestó que veía con preocupación cómo algunos líderes se esforzaban por infundir más miedo en sus constituyentes, advirtiéndoles de posibles ataques para manipularlos hacia la guerra.
Gandhi indicó que los verdaderos líderes, aquellos que la historia honra, son los que tienen la capacidad de elevar la energía baja del miedo hacia la construcción pacífica y no hacia la violencia.
Lo que propone Arun Gandhi no es fácil. Si un agricultor quiere irrigar sus tierras puede cavar un pozo de agua. Pero para sacar el agua; es decir, elevarla al nivel de la superficie, requiere mucha energía. De la misma forma, para elevar la energía baja del miedo se requiere de mucho esfuerzo, pero si lo logramos podemos usarla para sembrar bienestar.
El miedo es una sensación que nos ha permitido sobrevivir como especie humana. Cuando lo sentimos, nos ponemos cautelosos, alertas ante posibles ataques, nos impulsa a tomar acción. Esa energía también debemos canalizarla positivamente en nuestras organizaciones.
Por ejemplo, cuando una empresa pasa por cambios profundos, su personal entra en pánico. Algunos gerentes aprovechan este miedo para ganar poder o para manipular a su personal hacia sus intereses egocéntricos. Lo peor de todo es que, cuando tenemos miedo, somos presa fácil, buscamos un salvador, alguien que nos diga qué tenemos que hacer. Otros gerentes, en cambio, usan la motivación del miedo y llevan a su personal hacia metas trascendentes buscando el beneficio de la empresa y de sus colegas. Hoy en día nos sobra a qué tener miedo: miedo a la competencia, miedo a las crisis, miedo al despido. ¿Qué hacer para no caer en la manipulación?
Mahatma Gandhi decía: “Cuida que tus pensamientos sean positivos, pues ellos definirán tus palabras; cuida que tus palabras sean positivas pues ellas definirán tus conductas; cuida que tus conductas sean positivas pues ellas definirán tus hábitos; cuida que tus hábitos sean positivos pues ellos definirán tu destino”.
Como menciona Gandhi, todo empieza cuidando nuestros pensamientos. ¿Qué porcentaje de su día vive en el miedo? Evalúe en qué medida su líder le infunde miedo o eleva su conciencia hacia la paz y la tranquilidad. ¿En qué medida usted actúa sobre la base del miedo para mejorar o se queda paralizado, inmerso en la negatividad? El miedo no es ni bueno ni malo, como el agua de una represa que se puede usar para generar energía que alumbre o, mal canalizada, puede inundar y perjudicar a poblaciones. Recuerde que a usted lo pueden asustar pero no pueden obligarlo a vivir en el miedo, eso depende de usted.
Cuentan que el Dios hindú Shiva hizo un trato con el espíritu de una plaga que estaba arrasando el Asia para que en India solo muriera una persona. La plaga pasó por India pero mató a cientos. Shiva, molesto, increpó al espíritu a lo que él le respondió: “Shiva, yo solo maté a una persona, el resto se murió de miedo. Algunos estaban resfriados, otros solo cansados, pero pensaron que tenían la plaga y murieron”.
Como narra esta triste historia, es más frecuente que usemos la energía del miedo para destruirnos. Evite este riesgo.
Cuando sienta temor, capitalice el valor del miedo y úselo para construir