El verdadero tesoro

Cuentan que un hombre muy trabajador antes de morir les dijo a sus hijos que había dejado enterrado un tesoro en el campo. Para encontrarlo tenían que remover la tierra cuidadosamente. Cuando murió el padre, los hijos que eran flojos y no tenían el hábito de trabajar, empezaron a remover la tierra para encontrar el tesoro. Trabajaron arduamente pero no encontraron nada. Como la tierra ya estaba removida, decidieron sembrar el campo. Cosecharon y recaudaron mucho dinero. El dinero les hizo recordar el tesoro de su padre y volvieron a remover toda la tierra para encontrarlo. Como no encontraron nada, decidieron que sembrarían por segunda vez. Nuevamente cosecharon y obtuvieron grandes ganancias. Siguieron haciendo esto varios años obteniendo riquezas, y se acostumbraron al trabajo.  Finalmente entendieron que  el verdadero  tesoro que su padre les había dejado era la sabiduría para romper sus hábitos de flojera y pereza y reemplazarlos por nuevos hábitos de trabajo.

Los hábitos son conductas subconscientes que determinan nuestro comportamiento. El aspecto positivo de los hábitos es que facilitan la vida rutinaria.

Por ejemplo, al ponernos las medias nadie piensa para qué lado va la abertura de la misma. Cuando manejamos al trabajo, vamos como en automático y muchas veces llegamos sin siquiera percatarnos del recorrido. Los hábitos simplifican la vida. Si no existieran, tendríamos que pensar todo lo que hacemos reduciendo nuestra productividad.

El aspecto negativo de los hábitos es que nos encadenan, limitando el aprendizaje de conductas mejores. 

En una empresa que asesoro, había un gerente que no tenía el hábito de motivar adecuadamente a su personal. El gerente se jactaba de ser un gran motivador. El primer paso para cambiar un hábito, según “La Escalera del Conocimiento” de William Howell, es subir el escalón de la “inconsciencia de la incompetencia” a la “conciencia de la incompetencia”. El gerente tenía que entender que no sabía motivar. Así que le mostramos una encuesta que reflejaba la desmotivación de su personal, y tuvo que aceptar la realidad. Luego le enseñamos a motivar. El gerente estaba ya en el siguiente escalón, tomando “conciencia de la competencia”. Es decir, estaba alerta cuando hablaba con su personal, aplicando las técnicas aprendidas. Después de algunas semanas, pasó al escalón de la “inconsciencia de la competencia”, es decir  ya no pensaba en las técnicas, la usaba de forma automática, ya eran un nuevo hábito.

Para cambiar un hábito hay que subir esta escalera. El problema es que es  muy empinada y la subimos con pesas amarradas a nuestro cuerpo. Requiere mucha energía. Las pesas nos anclan a los antiguos hábitos. Como en la historia del padre que dejó el tesoro, muchas veces necesitamos un refuerzo a mitad de escalera que nos dé fuerzas para seguir subiendo. Todos tenemos la fortaleza interna para cambiar, pero frecuentemente nos olvidamos. Por eso, si una empresa desea emprender una capacitación en hábitos gerenciales modernos, debe proveer incentivos para que sus ejecutivos los apliquen. Los incentivos sólo son necesarios hasta que el personal tome conciencia de los beneficios de los nuevos hábitos.

Cuentan que una persona buscaba la piedra filosofal que convertía todo en oro. La forma de reconocerla era a través de su temperatura, superior a la de las demás piedras. Esta persona recogía piedras en la playa y si no era la que buscaba, la botaba al mar. Así paso muchas horas. Hasta que encontró lo que buscaba. El problema es que ya estaba en el mar. El hombre se había habituado a la conducta de botar las piedras al mar y perdió la oportunidad de su vida.

No pierda oportunidades y atrévase a cambiar constantemente sus hábitos. Con persistencia verá los frutos al final de la escalera.