… La respuesta está en la segunda parte de la palabra politiquería (“quería”): cuando solo buscamos lo que queremos; es decir, nuestros intereses personales al margen de los de la organización.
Analicemos el siguiente caso: Manuel, el subgerente de finanzas de una empresa, es ambicioso y orientado al logro. Enrique, el gerente de finanzas, sale de vacaciones y, como le gusta delegar, deja a Manuel a cargo del área. Manuel aprovecha para mostrar cualquier problema del área a la gerencia, evitando mencionar importantes logros. Busca alianzas con otros gerentes para que comenten mal sobre Enrique. Manuel aparenta ser el salvador, quien hace todo bien, quien ahorra y propone buenas ideas. Cuando regresa, Enrique se encuentra con un ambiente hostil. El gerente general le pierde la confianza y lo despide para ascender a Manuel.
Según Stephen Robins, autor del libro “Comportamiento Organizacional”, la política es toda actividad que no se requiere como parte formal de un puesto, pero que trata de influir en la distribución de beneficios o perjuicios de una organización.
En el caso anterior, Manuel manipula la información del área para mostrar lo malo, mostrándose exitoso y capaz, y desarrolla coaliciones con terceros. Robins denomina a estas conductas, actividades no formales del puesto. Sin embargo, estarían mejor definidas por la palabra “politiquería”, puesto que es evidente que Manuel busca sus propios intereses y no los de la empresa. Además, su conducta no es ética ni respetuosa.
Es muy raro que en una organización no exista política. Cuando jugamos fútbol en una zona con el viento a favor, nuestros tiros avanzan a mayor velocidad, como si tuviéramos más fuerza. Eso es la política, no es algo palpable como el jugador, es más etéreo, como el viento. Sabes que está allí, la sientes pero no la puedes tocar. Sin embargo, como a la pelota, la política le da más fuerza a las actividades de la empresa.
Si la política busca también el interés de la empresa, si se actúa con respeto y ética, no se convierten en un factor negativo.
Dos factores organizacionales que fomentan la política son:
1. El nivel de incertidumbre en la organización
En qué nivel están definidas las normas, los procesos. ¿Qué tan definida están la estructura y los puestos? ¿Las personas tienen claro su nivel de responsabilidad y autoridad? Otro elemento de incertidumbre puede ser el de las evaluaciones de desempeño. Si no son objetivos los criterios de evaluación es tierra fértil para el manejo de apariencias.
2. El nivel de los recursos
Si son escasos, pueden existir luchas de poder para ver quién consigue una mayor tajada de la torta.
Pero quien convierte a la política en politiquería es el individuo. El problema es que, en muchos casos, lo hace subconscientemente. Frecuentemente, vemos ejecutivos intentando manipular para cambiar normas o estructuras que le den más poder. Se convence de que lo hace por el bien de la organización pero, subconscientemente, puede estar buscando sentirse más poderoso. Lo que busca es reafirmar su sensación de valía.
Cuentan que un pobre encontró un cadáver que pertenecía a una familia adinerada y les pidió un jugoso rescate. La familia buscó consejo de un agente, quien les cobró una buena suma por el consejo. Él les dijo: “No se apuren, esperen, el pobre no tiene a quién vender el cuerpo”. Cuando el pobre veía que la familia se demoraba en pagarle buscó la ayuda del mismo agente y le pagó con animales. Éste le dijo: “No te preocupes, la familia tendrá que pagar, no tiene otra forma de obtener el cadáver”. Al final el cadáver fue devorado por gallinazos y el único que ganó fue el agente.
Esta triste historia narra la realidad de la politiquería. Todos perdemos: la empresa, los empleados, los clientes. Y el único que tiene una ganancia temporal es el que la ejerce. Estemos muy alertas para evitar contribuir con este fenómeno.