Gerencia de conflictos: la tarea de evitar aniegos

… Al final terminan afectadas mutuamente, bajando la calidad y productividad de su trabajo y de su empresa.

Imagínese que dos ejecutivos importantes en una empresa están peleados desde hace seis meses. Desde entonces, su comunicación es limitada. Cuando ambos participan en una reunión, el ambiente se torna tenso y se dificulta el trabajo en equipo. Ambos se desprestigian mutuamente, hablan mal el uno del otro y frecuentemente se ponen obstáculos entre ellos.

¿Quiénes son los mayores perjudicados? En primer lugar, ellos mismos. Estas personas viven como si tuvieran una espina dentro de la piel. Cada vez que uno ataca al otro, clava más su espina interna. Se hacen daño y generan un sangrado interno de odio, rabia y sentimientos negativos. Están enfrascados en este círculo vicioso que no les permite sacar las espinas y curarse.

La empresa también termina siendo afectada. Al no colaborar, se obstruye el trabajo en equipo y no se logra sinergia entre sus áreas. Las personas en conflicto orientan sus esfuerzos a competir, descuidando la misión de la empresa: servir a sus clientes. Utilizan conductas protectoras creando un ambiente de desconfianza. Por ejemplo, envían copias de sus correos a otra áreas, buscando testigos de sus diálogos. ¿Cómo resolver este problema?

Cuando una tubería de agua se atora, el agua aflora creando aniegos. De la misma manera, las personas en conflicto tienen su tubería de comunicación atorada, generando un aniego negativo en la empresa.

El jefe de esas personas en conflicto debe juntarlas y actuar como mediador para evitar un aniego en la empresa.

Él debe:

  • Ser imparcial y fijar las reglas de juego antes del diálogo. No debe permitir insultos, ni juicios de valor sobre la otra persona. Nadie puede interrumpir. El único que da la palabra es el jefe.

  • Destacar lo importante que es para la organización que se mejoren sus relaciones interpersonales.
  • Pedir a las personas que describan la visión y los objetivos más importantes de su área. Esto permite que ambos compartan algunos objetivos como servir mejor al cliente. Cuando estamos en conflicto nos concentramos en nosotros mismos, buscando nuestro beneficio, cuidando nuestros territorios, y resguardando lo más preciado: nuestra imagen ante terceros. El tomar conciencia de sus verdaderos objetivos, los aleja de posiciones egoístas que perpetúan el conflicto.
  • Pedir que describan las conductas de la otra persona que obstaculizan el cumplimiento de sus objetivos. Deben hacerlo indicando cómo se sienten al respecto. De esta forma estamos haciendo que fluya la comunicación de pensamientos y sentimientos en conflicto. Milagrosamente, la tensión baja y las personas se acercan.

Una leyenda árabe cuenta que dos amigos tuvieron una discusión en el desierto. Uno terminó abofeteando fuertemente al otro. El agredido escribió en la arena: “Hoy mi amigo me ha abofeteado”.  Siguieron su recorrido y llegaron a un oasis en el que se bañaron, pero el agredido empezó a ahogarse y el otro lo salvó. Al salir del agua, cogió una piedra y talló en ella: “Hoy me salvó mi amigo”. Intrigado, el amigo preguntó: “¿Por qué no lo escribiste en la arena?” Y el otro respondió: “Cuando un amigo te hace algo malo,  escríbelo en arena para que los vientos del olvido y el perdón lo borren. Cuando te haga algo bueno, tállalo en piedra para que tu corazón nunca lo olvide”.

Dejemos de tallar en nuestro corazón las cosas ‘malas’ que nos hacen las personas. Aprendamos a perdonar y a entender que cada uno de nosotros tiene un camino que recorrer y no juzguemos a los demás.

Dejemos de pensar sólo en nosotros. Seamos más comprensivos y tolerantes. Recuerde que los conflictos y problemas son parte del currículo de la universidad de la vida.