Piense ¿Cómo era hacer negocios en los años 50 con respecto a los negocios hoy? ¿Cuántos mensajes recibe en un día en su correo, Whatsapp, Facebook, buzón de voz comparado a lo que era el típico día en los años 50? Exponencialmente menos.
¿Cuánta competencia había en los años 50, versus la competencia que enfrentan las empresas hoy desde un mundo globalizado? Exponencialmente mucho más. ¿Cuánta innovación y tecnología existía en los años 50 comparada a la que existe hoy? Hoy, aparecen y desaparecen industrias con una alta velocidad. Por ejemplo, Facebook y Google han cambiado el negocio de las comunicaciones, Uber es dueño de los taxis pero no tiene un solo taxi, Airbnb está haciendo temblar a la industria hotelera.
Sin embargo, las empresas de hoy, siguen manejándose en lo que respecta a sus estructuras organizacionales de comando y control de la misma forma que se manejaban empresas hace 50 años o más.
Sigue existiendo una estructura jerárquica de mando, un sistema con jefes y subordinados, donde no existe mucha autonomía y donde las personas quieren hacer más, pero tienen muchas trabas para lograrlo.
Las jerarquías han funcionado en el pasado, traen beneficios; ordenan, dan claridad en la toma de decisiones y estructuran una empresa; sin embargo, también tienen problemas. El principal hoy, es que hacen el trabajo más lento, ponen trabas a la innovación y se pierde energías en el juego político.
Necesitamos una forma diferente de organizarnos, donde no existan empleados sino emprendedores, donde el poder no se delegue sino se distribuya.
Una organización donde los perfiles de puestos no se definan cada 3 años, sino que se autoorganice y adapte.