Descifrando la mente

Rodrigo era un niño dulce, sensible y bondadoso que nació en una familia poco funcional. Era un niño distraído e hiperactivo. Su madre quería ayudarlo con las tareas, pero Rodrigo estaba de viaje en su nave espacial. Ella tenía muy poca paciencia y perdía los papeles frecuentemente. Al ver que su hijo no se concentraba, le gritaba aún más fuerte y cuando los gritos no resultaban, usaba todo lo que estaba a su alcance para golpearlo. A ello se le añadía que el padre de Rodrigo estaba prácticamente ausente. Salía a trabajar temprano en la mañana y regresaba tarde, cuando los niños dormían. Rodrigo veía a su padre solo los fines de semana.

Para terminar de complicar las cosas, el hermano de Rodrigo era buen alumno, físicamente más parecido a su padre, y el preferido de este. Rodrigo pasó su niñez sintiendo dolor por el trato agresivo de su madre, envidia e injusticia por las preferencias del papá por su hermano y pena por el abandono que sentía al no contar con su padre. Durante años, estas emociones se almacenaron en su mente y en su cuerpo de forma inconsciente.

¿Cómo se imagina que será Rodrigo de adulto?

La mente del ser humano es como una planta que, si le quitan el acceso al sol, crecerá venciendo los obstáculos para obtener la energía solar. La planta compensará su falta de energía solar creciendo de forma irregular para poder sobrevivir.

De forma similar, cuando nuestra mente se ve golpeada como la de Rodrigo, encuentra la forma de subsistir a pesar de sus carencias por medio de mecanismos compensatorios. Algunos de estos mecanismos compensatorios son:

Volverse egocéntrico o narcisista.

Con una personalidad egocéntrica, logrará sentir que se quiere mucho a sí mismo, que se da la importancia que nunca sintió de niño. Si no lo quisieron, compensará “queriéndose” demasiado. Con esta personalidad podrá soportar sobrevivir, aunque no será muy feliz. Estará desconectado de su dolor y realidad interna, tendrá muy poca empatía; pero por lo menos, podrá hacer una vida. Todo este mecanismo será totalmente inconsciente: Rodrigo no tendrá idea de lo que le pasa.

Adoptar la posición de víctima, de inseguro, de complaciente.

Ya que no se siente querido, entonces buscará que todas las personas se apiaden de él. Este tipo de personas “compra” cariño, todo el tiempo: hace regalitos, adula y halaga para ser aceptado y querido.

Bloquear todas las emociones convirtiéndose en un robot racional.

Al moverse en el mundo racional no encontrará peligro, se sentirá protegido y lejos de la puerta que lo lleva al dolor de las emociones.

Destinar su rabia y dolor contra sí mismo.

Es decir, orientarse hacia la autodestrucción. Sentirá disonancia con lo que representa como persona: sentirá que no sirve, que no es competente o que no vale como persona.

Existen millones de personas como Rodrigo que viven inconscientes de su realidad, que tienen una vida donde han compensado el dolor y la rabia que llevan por dentro con diversas conductas disfuncionales.

Yo fui uno de esos “Rodrigos”. En mi caso, el mecanismo compensatorio que usé fue el del narcisismo. Viví engañado muchos años e hice mucho daño a terceros y a mí mismo. Hice una terapia de psicoanálisis durante varios años, donde dejé de lado mis mecanismos de defensa y tomé contacto con mi dolor, rabia y pena. No fue fácil revivir el sufrimiento tan profundo que me tocó vivir en mi niñez, pero:

Solo poniéndonos en contacto con nuestro verdadero ser es que podemos liberarnos, dejar de compensar y vivir con libertad y autenticidad.