Se entera que su jefe quiere hablar con usted sobre un error que cometió. Recibe la mala noticia de que no consiguió la venta importante que esperaba. Su hijo lo llama a la oficina y le dice que obtuvo una excelente nota en el colegio. Tiene una reunión de equipo a la cual asiste el gerente de la empresa y los felicita. Sale de la oficina y se da cuenta que le han robado el espejo de su auto.
El común denominador de las situaciones mencionadas anteriormente son las emociones. Cada una de estas situaciones genera emociones negativas o positivas que nos hacen reaccionar de alguna manera. Según el investigador Evian Gordon, el principio rector de nuestro cerebro, es tratar de maximizar los beneficios y minimizar las amenazas. Las emociones son realmente mensajes que nuestro cerebro le da a nuestro cuerpo donde identifica si lo que tenemos enfrente nuestro es un beneficio o una amenaza.
Las emociones son como un sobre que contiene un mensaje para nosotros. El sobre puede ser de color rojo si las emociones son negativas o de color verde si son positivas. El problema es que algunos no se dan el tiempo de leer el contenido y más bien actúan en base al color del sobre.
En otras palabras, dejan que sus emociones los desborden y los hagan decir o hacer cosas de las cuales se arrepentirán después.
Existen muchas estrategias de control emocional. La primera es simplemente aprender a evitar aquello que nos genera la carga emocional negativa. Por ejemplo, si cada vez que se encuentra con una persona en la oficina, esta le habla demasiado y no lo deja trabajar, usted puede simplemente tratar de evitarla. Si usted está haciendo dieta, entonces puede evitar sentirse mal y no ir a eventos sociales.
Pero hay momentos en los que no podemos evitar una situación que nos genera reacciones emocionales. En ese caso tenemos varias alternativas. Una estrategia muy utilizada es reinterpretar la situación. Por ejemplo, volviendo a la persona que le habla mucho, usted podría reinterpretar la situación como un reto para que usted aprenda a ser más asertivo y le diga cortésmente que no tiene tiempo para conversar. En el caso de la reunión social y su dieta, usted podría reinterpretar la situación como una prueba o un reto para su disciplina.
Otro ejemplo es cuando no puede evitar tener que hablar en público. Esta situación lo estresa y angustia. Como dijimos anteriormente, una forma de control emocional es reinterpretar la situación. En lugar de pensar que usted va a ir a pedir la atención y aceptación de la audiencia, podría más bien pensar en cómo puede servir y dar conocimientos a la audiencia. Es cambiar el pedir por el dar, es solo una nueva interpretación, pero tiene un efecto calmante en nuestras emociones.
Otra situación que nos da muchas emociones negativas son nuestros errores. Si podemos evitarlos, en buena hora, pero cuando nos ocurren, nos enfrentamos a una serie de emociones negativas como la angustia, el miedo, la rabia y la frustración, entre otras. Después de que las emociones nos han dado un mensaje importante de que existe algo que tiene que arreglarse, podemos reinterpretar la situación bajo una óptica más positiva.
Una forma es pensar qué lección podemos aprender del error. Cuando reflexionamos sobre la lección, en lugar de tener la sensación de pérdida, tenemos más bien una sensación de ganancia y de crecimiento.
Finalmente, una estrategia que ayuda a bajar la intensidad de las emociones es aprender a nombrarlas, es decir, llamarlas por su nombre cuando nos ocurren. Los estudios demuestran que nombrar emociones reduce la activación de la amígdala, una de las zonas del cerebro responsable por las emociones. La próxima vez que se enfrente a una fuerte emoción y sienta que se desborda, solo dele un nombre a lo que siente y automáticamente la pondrá bajo control.