Una vez un agricultor que estaba haciendo un pozo en su campo para conseguir agua, encontró una sustancia oscura en el suelo. Trató de tapar el hueco, pero la sustancia negra seguía saliendo. Consiguió tapar el agujero completamente y ya no se veía ningún líquido oscuro en la superficie. Aparentemente había resuelto el problema. Pero después de unos meses, todas sus plantas estaban muertas. El líquido había seguido saliendo y había inundado todo su campo por debajo de la superficie.
Esta historia es una analogía de lo que nos ocurre cuando intentamos suprimir nuestras emociones. El ser humano tiene como objetivo maximizar los beneficios y minimizar los peligros. Las emociones son poderosos mensajes que nos manda la mente y el cuerpo para que actuemos en base a estas amenazas u oportunidades. Por ejemplo, cuando usted recibe la noticia de que no logró su cuota de ventas, cuando se entera de que otra persona está hablando mal de usted, estas son amenazas que generan una carga de emoción negativa.
Como en la historia del inicio, las personas ante estas amenazas, pueden intentar solamente echarle tierra y cubrirlas, no expresarlas, no mostrar gestos negativos, solo vivirlas por dentro. Pero como en la historia, la supresión es solo por fuera, porque por dentro nos vamos destruyendo como el campo.
En una investigación, el doctor Butler y sus colegas hicieron que un grupo de parejas vieran una película que generaba muchas emociones negativas. Las instrucciones para uno de los miembros de la pareja era observar el video, pero suprimir sus emociones, no podía llorar o mostrar ninguna emoción. El otro miembro de la pareja podía ver los videos y expresar sus emociones como quisiera. Se tuvo además un grupo de control en el cual las parejas vieron el video sin darles ninguna instrucción.
Los hallazgos fueron interesantes. En primer lugar, como era de esperarse, las personas que suprimieron las emociones habían elevado su presión arterial y mostraban mayores signos de estrés que las personas del grupo de control. Es decir:
Se confirmó que suprimir emociones genera una reacción de estrés interno que es perjudicial para la salud.
Algo así como lo que pasa con los terremotos. Cuando las placas intercontinentales se movilizan, van generando una presión. Si la presión se expresa, se genera una energía controlable. Pero si las placas se van moviendo y no hay pequeños desplazamientos, la presión aumenta y puede ocurrir un terremoto. Muchas veces las personas van cargando sus emociones, suprimiendo su expresión hasta que explotan en un terremoto emocional.
Pero lo sorprendente del estudio fue que cuando un miembro de la pareja suprimía sus emociones, el otro miembro de la pareja, el que podía expresarlas normalmente, también sufría de un aumento sustancial en su presión arterial. Es decir, cuando estamos al costado de una persona que suprime sus emociones, inconscientemente nos afecta y nos eleva el estrés interno.
Cuando leí este estudio, reflexioné sobre la enorme cantidad de jefes que no muestran sus emociones, que son más bien fríos, calculadores, reprimidos. Un subordinado no se siente bien con este tipo de jefes y ahora sabemos por qué.
Si suprimir es una estrategia que trae consecuencias negativas, ¿cuál es la salida? Reinterpretar.
Por ejemplo, cuando recibe el mensaje que no llega a su cuota de ventas, después de expresar la frustración por unos segundos, usted puede reinterpretar la situación pensando: ¿Qué puede aprender para la próxima vez? O podemos reinterpretar pensando que ahora tenemos un mayor reto. O podemos reinterpretar pensando que un mes de no llegar a la cuota no es el fin del mundo. En fin, hay muchas maneras de reinterpretar, pero hacerlo nos ayuda a mantenernos equilibrados y evita que ardamos por dentro.