Imagine que a usted le asignan una computadora, pero usted no sabe que tiene dos discos duros. Solo conoce un disco de almacenamiento. Los archivos de su computadora le aparecen almacenados en el disco que conoce. Pero un día, mientras trabaja unos cálculos financieros para un nuevo negocio en su computadora, sin que se dé cuenta, se activa un programa en el disco duro escondido y cambia su información.
Lo que no era viable antes, ahora es rentable. Basándose en esta información, usted toma la decisión errada de entrar en un negocio. A los pocos meses la empresa es un desastre y pierde mucho dinero. Su disco duro escondido le arruinó sus finanzas, sin que usted sepa qué la causa. Esta historia con la computadora es similar a otras que ocurren en nuestras mentes.
Como el ser humano tiene dos memorias, la consciente y la inconsciente, hay personas que sin saberlo, toman decisiones erradas, influenciadas por sus recuerdos inconscientes.
Por ejemplo, observe esta secuencia: Un niño cuyo padre era muy exigente y crítico, que lo maltrataba cuando cometía un error; de adulto se convierte en un ejecutivo que guarda las memorias de su padre en su inconsciente. Cuando su jefe le muestra un error de una forma educada, activa su disco duro inconsciente; su mente detecta una situación de crítica, revive recuerdos del pasado cuando le decían “eres un incompetente”, “eres un incapaz”, se mezclan en el presente y usted reacciona de forma agresiva. Posteriormente tiene una severa llamada de atención. Ahora su trabajo está en peligro. Lo peor de todo es que no sabe por qué reaccionó así.
El Dr. Bruce Lipton, en su libro “La biología de la creencia”, nos muestra una serie de estudios que nos ayudan a entender mejor los mecanismos de la memoria inconsciente. Encontró que el cerebro de un niño de 0 a 6 años trabaja predominantemente en las ondas denominadas Delta y Theta. Estas ondas cerebrales son las que usan los terapeutas para hipnotizar a sus pacientes.
En estas ondas de baja frecuencia, el niño puede recibir más información del entorno, ser influenciado y aprender rápidamente para socializarse en su nuevo mundo. Según Lipton, la mente inconsciente es más poderosa que la consciente.
La mente inconsciente puede procesar 20 millones de estímulos (del entorno) por segundo de manera simultánea, versus solo 40 estímulos por segundo (de manera simultánea) de la mente consciente.
Si el cerebro del niño estuviera en una onda de mayor frecuencia, no podría captar tantos datos de su entorno. Durante este periodo (de 0 a 6 años), una gran cantidad de información se deposita en la mente, sin que el cerebro pueda procesarla conscientemente, es decir, se forma la memoria inconsciente.
El problema es que como no tenemos la capacidad de procesar y razonar la información que nos graban en nuestro disco duro inconsciente, tomamos la los datos como verdaderos. Si de niños nuestros padres nos decían “incompetentes”, por más que en el presente nos vaya bien en la vida, tenemos grabada la sensación de incompetencia.
Para una persona con esta creencia almacenada, ningún éxito en el presente será suficiente y siempre querrá lograr más para convencerse de que es competente. Si un niño se sintió rechazado, de adulto, por más que tenga una familia que lo quiera, nunca será suficiente.
Como padres tomemos consciencia de que de 0 a 6 años de edad, estamos formando el “disco duro” inconsciente de nuestros hijos. Estamos instalando creencias que lo acompañarán durante toda la vida.
De nosotros depende en gran medida si esas creencias los ayudarán a triunfar en la vida o se convertirán en obstáculos para su felicidad.