El contenido de un mensaje tiene diversos significados dependiendo del lenguaje no verbal y vocal que lo acompañe. Por ejemplo, si decimos: “Te he dicho que no estoy de acuerdo, ¿sabes?” usando un tono de voz grave, volumen alto, frunciendo el ceño y golpeando la mesa enérgicamente, comunicamos un mensaje de agresividad y poca tolerancia. En cambio, el mismo contenido con un tono de voz dulce, volumen suave, sonrisa en la boca y manos abiertas, connota respeto, comprensión y amistad. Como ilustra este ejemplo, la comunicación es mucho más que el mero contenido del mensaje.
Las estadísticas demuestran que en una comunicación interpersonal, el contenido del mensaje representa solo el 7% del mismo y el restante 93% corresponde a la comunicación no verbal y vocal.
Es decir, gestos, ademanes, posturas, tono, volumen y velocidad de la voz. Cuando usamos el correo electrónico dejamos de lado la comunicación no verbal y vocal, y el receptor tiene que deducir el significado del mensaje sólo del contenido textual.
Si le piden que reduzca su presupuesto para el próximo año en 93% y que, con lo que le resta, logre los mismos resultados que este año, lo más probable es que renuncie a su puesto. Es absurdo pretender tener los mismos logros con sólo el 7% de los recursos.
Lo mismo ocurre con la comunicación electrónica. Estamos acostumbrados a comunicarnos personalmente con el 100% de nuestros recursos comunicativos. Sin embargo, a través del correo debemos lograr los mismos objetivos usando sólo la comunicación escrita que es el 7% de ellos.
Cuando nos llega un mensaje por correo electrónico recibimos sólo un conjunto de palabras y somos nosotros quienes le atribuimos las emociones. Un mismo correo puede ser interpretado de dos formas opuestas dependiendo de quién es la persona que lo lee. El mensaje de correo es como el dibujo en los libros de niños para colorear. Dependiendo de nuestro estado de ánimo, prejuicios y experiencias pasadas nosotros le ponemos los colores de las emociones al dibujo. Muchas veces estas emociones no coinciden con la verdadera intención del emisor. Es por eso que los correos electrónicos ocasionan tantos conflictos interpersonales.
Recomiendo lo siguiente:
1. Evite comunicar por correo temas sensibles o que puedan generar conflictos.
2. Si recibe un correo que siente agresivo no responda de forma similar y no saque conclusiones inmediatas. Converse con tranquilidad con la persona que lo envió y aclare sus dudas.
3. Evite el ‘raje electrónico’. Si recibe un correo que siente agresivo, no distribuya copias por toda la organización agregando sus comentarios destructivos. Puede estar generando un conflicto innecesario.
Cuentan que una persona le entregó una moneda a cuatro personas. El primero, que era persa, dijo: “Compremos angur”. El segundo, árabe, se negó rotundamente y dijo que mejor compraban inab. El tercero, que era turco, dijo: “ Este dinero es mío y compraré usum”. Finalmente el cuarto, griego, dijo: “Silencio, compraremos israfil.” Empezaron a pelearse entre ellos y, finalmente, la moneda cayó a un pozo y nadie pudo comprar lo que quería. Esto no habría pasado si hubieran sabido que todos querían exactamente lo mismo, expresado en diferentes idiomas: uvas.
Con el correo electrónico, aun hablando el mismo idioma, las personas entienden mensajes diferentes generando conflictos y peleas.
La próxima vez que reciba un correo, que considere una dinamita electrónica, recuerde que su percepción lo puede estar engañando.
Quizás es nuestra propia dinamita destructiva que la estamos viendo reflejada en ese mensaje.