Imagine que usted está perdido en el desierto en la costa de Perú. No puede ver el mar, pero si oír el sonido muy a lo lejos. Como está rodeado de montañas y dunas, no sabe qué dirección trazar para acercarse. Ha intentado pero no ha tenido éxito. Todo está totalmente nublado y no puede distinguir la dirección del sol.
En base a su intuición y el sonido, usted trazó una ruta con una serie de actividades; andar recto 100 metros, luego voltear a la izquierda y subir un pequeña duna, luego caminar hacia una zona donde hay vegetación para luego voltear a la izquierda. A pesar de toda su caminata, siente que cada vez está más lejos de mar. ¿Qué hace?
Lo lógico es encontrar el cerro más alto y caminar hacia él, luego ver todo desde arriba, percibir dónde está el mar y hacer una ruta para llegar a él. Algo similar nos ocurre con nuestro manejo de tiempo. En el día a día estamos como en el desierto, haciendo una lista de actividades pendientes, caminando hacia algún lugar, pero no necesariamente a donde quisiéramos llegar, es decir, haciendo aquellas actividades importantes para nosotros.
Para manejar su tiempo, debe darse el tiempo de parar para subir a la montaña más alta.
Es importante evaluar sus roles y sus metas a 10 años. Luego evaluar sus metas en sus roles a un año. Para después planificar su semana no solo con sus pendientes, sino con aquellas actividades que lo llevan a lo que usted quiere ser como persona.
Cuentan que había un jinete galopando a toda velocidad, una persona lo vió y se le acercó y le gritó ¿A donde vas tan rápido? a lo que jinete respondió a la pasada, sin parar el caballo. No sé, pregúntale al caballo.
No deje que el caballo de los pendientes lo lleve a donde usted no quiere ir. Elija su hoja de ruta, tome las riendas y empiece a usar su tiempo para lo que es importante.